martes, 14 de agosto de 2012

Sirena


De madrugada y en penumbras, dos velas en el fondo de la habitación plegaban nuestras sombras que se mezclaban en el suelo bailando a la luz parpadeante de las llamas, que perdían su brillo en ocasiones opacadas por una tenue luz de luna que se colaba a través de las cortinas. 

Musitaba yo ensimismado en pensamientos distorsionados por miradas de pálidos semblantes, que a mis oídos y entre murmullos me insitaban a dejarte. La espada de la esperanza que blandía mi espíritu evitaba que los murmullos ingresaran a mis oídos y el sentimiento como luciérnaga rutilante yacía aún dentro de mi corazón. Unos pasos diste hacia mí y en tu mirada se perdía la mía y vagaba entre mundos jamás conocidos, y llevado por tu mano volaba por entre los planetas, por entre el universo infinito, volaba por entre dioses caídos y estrellas durmientes. Y me veía feliz y te veía sonreir y mi interior se colmaba de ti.

Llegaste a mí, en medio de la habitación y las cortinas impulsadas por el cierzo, de la noche moldearon tu figura completamente, los deseos ahora se hicieron fantasías y perdidas en nuestras mentes jugueteaban como niños, en el jardín de nuestras memorias. Agarré tu cintura y te hice hacia mí pero los deseos como perdidos entre nuestras sombras parecían no tener sintonía. Reacia tu mirada intentaba perder la mía y tus brazos escondían la necesidad de los míos. Levanté los ojos y tu mirada me mostró el vacío en donde me hundiría para jamás volver. El piso de parqué crujió debajo de los pasos que dí para alejarme de ti.

Me sentí espantado...

La pintura hermosa que conocía ahora yacía como un óleo carente de vida colgada sobre una pared de indiferencia.

Empecé a temblar y a caer en el abismo que insondable, se tragaba los sentimientos que alguna vez sentimos. Intentaba gritar pero el ruido de tus pensamientos opacaron todo intento de mis labios exclamar alguna exhortación.

Me veías caer desde el suelo de la habitación, hacia el abismo de tu indiferencia, y el gigante que me esperaba en el fondo ya había empezado a tragar parte de mi alma. Cerré los ojos pero aún seguías viendome y la esperanza empezaba a perder la batalla, y los murmullos empezaron a hacerse susurros, y los susurros en declamaciones y las declamaciones en razones. Las pasiones fueron reemplazadas por razones y las miradas asesinas de amores, derrotaron a la esperanza.

Apoyado en el alféizar con la cabeza gacha mirando la luz de la luna extender su fuego sobre la tierra, quemaba mi interior y sentía arder cada latido de mi corazón.

Ya no deseaba verte más...

Tocaste mi hombro y sentí un pesado yunque destrozar todo mi ser. Me senté en el suelo, sin proferir palabra alguna mirando tus piernas y escuchando partirse el parqué con cada paso que dabas para alejarte de mí, en tu prisa por salir de la habitación.

Allí me quedé y aún continúo mirando ese suelo ansiando que tus pisadas retornen el sentimiento que alguna vez ingresó por aquella puerta. Ansiando que los anhelos retornen exaltados, y que paroxismos encuentren corazones que asaltar a la luz de estas velas.

Pero jamás llegas.
L.L

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